Mi madre fue a sacar un poco de dinero al cajero y ahí, al salir, la abordaron dos mujeres que dijeron ser "ecuatorianas" buscando una dirección que, a leguas, se escuchaba MUY sacada de la manga. Ambas se colocaron a los lados de mi madre, la tomaron de ambos brazos y comenzaron a caminar con ella sin darle oportunidad de moverse. De inmediato, comenzaron a hacerle toda clase de preguntas que NO podían tener nada que ver con unas ecuatorianas buscando una dirección: "¿y usted cobra pensión? ¿y de qué vive, si dice que no cobra? ¿y tiene esposo o vive sola? ¿y usted no tiene ahorros? ¿quién le deposita el dinero?" preguntas que mi madre contestó medio bien y medio mal; es decir, trató de inventar respuestas falsas, pero aún con ellas creo que no evitó revelar algo de su información. Sí, mi mamá es una mujer mayor a la que le sobra educación como para ser grosera y mandarlas al carajo a la primera pregunta, cosa que ya le instruí hacer inmediatamente para cualquier posterior ocasión que, ruego, nunca llegue. Que NUNCA dé datos, ni reales ni inventados. De inmediato se dice: "no tengo por qué darte datos" y alejarse. En fin.
Siguieron caminando y, al pasar junto a un autolavado en donde mi madre conoce a uno de los "viene viene", ella se lo quedó viendo con cara de "por favor ayúdeme" y, afortunadamente, el señor captó el mensaje. Se acercó y saludó muy familiarmente a mi madre, tomándola de uno de los brazos y diciéndole, "¡venga, la ayudo como siempre a llegar a la farmacia!" y eso quitó a una de las dos mujeres de la jugada. Aún escoltados por ambas, llegaron a la farmacia, y en cuanto entraron, le avisaron al policía de guardia. Cuando el policía salió a ver, ya no había ni rastro de las supuestas ecuatorianas.
Mi mamá logró llegar a su casa y bueno, sólo está asustada.
Es claro, ayer fue quincena y esperaban quitarle lo que llevaba, - cantidad que no daba ni para comprar un mandado- o secuestrarla o no sé qué.
Hay que cuidar a nuestros mayores, ojo, de nuevo están muy activos los delincuentes. Al contar la situación aquí en la oficina, de inmediato una compañera me dijo que a su abuelita le había pasado algo similar hacía poco. Encontró su recibo telefónico abierto, y posterior a ello, comenzó a recibir llamadas de "bancos", preguntándole -igualmente- datos de sus ingresos, pensiones, etc. etc. Desgraciadamente, también fue inocente y dio más información de la conveniente, pues la conveniente es: NADA.
Platíquenlo con sus viejitos, insístanles en ser un poco más desconfiados. Es triste, es malo que tengamos que vivir en una ciudad que es tan diferente a lo que ellos conocieron, pero... por ahora es lo que es, y tenemos que ayudarles a protegerse.
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