1. Los Abarca son los lobos malos de este cuento. De eso, parece no haber ninguna duda. Ellos ordenaron la detención y desaparición de los participantes en la protesta, según han confirmado diversas versiones, mientras ellos acudían tranquilamente a un baile del pueblo.
2. Ahora la pregunta que flota en el aire ya no parece ser: "¿en dónde están los Abarca?" y, mucho menos: "¿En dónde están los 43 desaparecidos, o sus restos... o alguna señal de su destino?". No. La pregunta de moda en este momento es: "¿Y quién, en algún momento de la historia, se tomó fotos con los Abarca?" Eso, amigos míos, es lo importante, lo que cuenta. A quien culpar de complicidad sobre el argumento más estúpidamente endeble que pueda imaginarse: cualquier foto de campaña o actos públicos en los que el alcalde prófugo y/o su esposa hubiesen aparecido.
3. Entiendo que el comunicado que disparó aún más la efervescencia de las acusaciones, condenas y peticiones de cabezas de uno y otro bando -bandos conformados, en este caso, por la izquierda morena y por el PRI de siempre-, es aquel que se publicó el domingo, en el que el líder del PRI hacía señalamientos de complicidad por el supuesto conocimiento de Andrés Manuel López Obrador de los nexos de Abarca con el crimen organizado, en el momento en el que fue postulado por el PRD como candidato a la alcaldía. Fue, sin duda, un golpe bajo, barato y fuera de lugar. Pero, ¿a que no saben qué? El primer golpe no lo dieron ellos, esa fue la reacción, vulgar sin duda, injustificada a todas luces, pero explicable.
4. El primer golpe lo dieron toooooodos aquellos fervientes aborrecedores de Peña Nieto, que en todo lugar y en todo momento se siguen aferrando a consignas y hashtags como #RenunciaEPN, vinculando directamente la permanencia del primer mandatario con la imposibilidad de encontrar a los desaparecidos. Debo decir que no tengo ninguna objeción en que Peña Nieto renuncie, ya que no le tengo ni simpatía, ni confianza. Sin embargo, en serio, en el mundo real, en este México en el que vivimos ¿qué creen que implicaría la renuncia, jamás vista, de un Presidente? No, tranquilos, no les voy a pintar un escenario de caos como el que acostumbran pintar muchos políticos cuando se plantea una situación que no les conviene.
5. En el remotísimo y opiáceo caso de que renunciara Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República, creo que el país no colapsaría. No habría revueltas en las calles, no seríamos invadidos por potencias extranjeras, no nada. Tampoco ocurriría -y con esto no quisiera provocar las lágrimas y sollozos de los principales promotores de aquellos temas de #RenunciaEPN, aunque sé que de todos modos llorarán al leerme- ese tan esperado milagro de ver, ipso facto, elegido a Andrés Manuel López Obrador como Presidente. Yo les pregunto, ¿por qué habría de ser así? A menos que se tratara de una toma armada del poder, vía el golpe de Estado, AMLO no cuenta con nada que lo suponga siquiera como primer candidato a acceder a la anhelada silla presidencial inmediatamente, en caso de una renuncia espontánea del actual ocupante de dicho asiento. Discúlpenme, pero si la idea es "regresar a la democracia", entronizar a un tlatoani como López Obrador por la vía de la aclamación popular, sería justamente lo contrario a una democracia. ¿Saben qué ocurriría? Que se tendría que convocar a nuevas elecciones, mientras se tiene un gobierno interino. Una vez que dichas elecciones las ganara -en caso de que ganara, claro- López Obrador, tendría que tomar posesión en un tiempo perentorio sensato no menor a 3 meses. Y claro, tendría que conformar un gabinete. Y dicho gabinete tendría que entrar en funciones, y entonces, comenzar a operar cualquier cosa maravillosa y visionaria que dicho gobierno tuviese a bien intentar operar.
6. Pongámoslo en tiempos: si el día de mañana, 30 de octubre de 2014, se diera ese escenario de la renuncia que hace babear de emoción a los pejeaficionados, pasarían cuando menos 6 meses para iniciar cualquier labor del nuevo gobierno. Osea que por ahí de marzo o abril de 2015, tendríamos la oportunidad de presenciar las primeras acciones de gobierno que, por supuesto, no se notarían sino hasta algunas semanas después, en el mejor de los casos.
7. ¿A que voy? A que exigir a voz en cuello la renuncia del presidente actual, poniendo como pretexto la necesidad de esclarecer inmediatamente los crímenes ocurridos en Ayotzinapa es, en mi opinión, una estupidez de proporciones que rebasan la esfera humana, la animal y la mineral. No tiene nada que ver una cosa con la otra. La renuncia de ese personaje no contribuye en nada, y sí entorpecería en mucho, el esclarecimiento de lo que sea que haya ocurrido en Ayotzinapa, si es que se esclarece alguna vez, esté el gobierno que sea en el poder.
Como lo dije, no soy ningún fan de Peña Nieto, ni mucho menos me agrada que México haya regresado a un régimen que durante más de 70 años probó su incapacidad de hacer prosperar al país. Pero, si me disculpan, tampoco puedo estar a favor de un López Obrador quien, con sus acciones, ha demostrado tender a un sistema de gobierno por imposiciones, más que por consensos. Si no me creen, aquí les dejo otra perla para su reflexión: considero a López Obrador tan responsable como Peña Nieto de esa reforma energética que tanto les duele a los lopezobradoristas. ¡Ah! Y por cierto, ya que estoy en eso, les platico que esa tan aporreada reforma, es la más benévola de las que nos han empinado en este sexenio, pero en la siempre beligerante 'izquierda mexicana' son tan ciegos que no parecen darse cuenta, y prefieren aferrarse a la que es más fácil de vender.
Y, por si a estas alturas se están preguntando por mi posible vinculación con la 'ultraderecha', debo decirles que la única cosa que se me pone ultraderecha es la ver... bueno, ya para qué seguimos por ese camino. Porque, a final de cuentas, tampoco intentaría siquiera defender los 12 años de gobiernos panistas como lo mejor o lo menos malo que le ha pasado a México. Ni siquiera se acercan a ello.
Así pues, seguimos en un país en el que nos movemos más en el terreno de los chismes de lavadero, de los rumores de pasillo y los discursos de cantina. Y, por supuesto, en el activismo de sillón y de hashtag. Con todo eso, ahí la llevamos, y de seguro nos espera un gran futuro.
Para contribuir con todo ello, que tan pintoresco es, les dejo esta foto con otros de los posibles cómplices de los Abarca, para que empiecen por favor a reportarlos como probables responsables de lo ocurrido de Ayotzinapa.
(Más chismes y rechismes nacionales, en nuestra próxima entrada, ¡no se despeguen de Botaneando, amiguis!)
No comments:
Post a Comment