Wednesday, October 08, 2014

IGNORAR EL BLANCO: LECCIONES DE LA ARQUERÍA ZEN



Ustedes, probablemente, hayan visto la ultrasexy fotografía que algún tiempo adornó el encabezado de mi cuenta de Twitter. Por si se perdieron de tal deleite para la vista, me permito ponerlo aquí, para su personal disfrute.




Después de este mamarracho intento de autopromoción prostitutiva, debo decirles que he practicado el tiro con arco una vez en mi vida: la que pueden ver en la foto. Pero, ya desde antes de tener la oportunidad de practicarlo, era algo que me llamaba poderosamente la atención. Puedo apuntar que, después de practicarlo aunque sea una vez, que es un deporte extraordinario. Creo que va más allá de lo que se percibe a simple vista. Llámenme romántico, o drogado, pero podría jurarles que existe una conexión, más allá de lo físico, entre el tirador, la flecha y el blanco. Cuando disparas, y la flecha da en el blanco, es casi como si ‘sintieras’ su impacto en el mismo. Muy extraño, pero muy, muy agradable.

Algún día regresaré a practicar la arquería.

Mientras eso ocurre, les dejo esto, que leí mucho antes de tener un arco en mis manos, y que tiene qué ver con la arquería, pero también con todo aquello a lo que llamamos: la vida.

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IGNORAR EL BLANCO: LECCIONES DE LA ARQUERÍA ZEN




Mi universidad, Hampshire, era conocida por tener una oferta deportiva poco común. Nuestro único equipo deportivo oficial era Miedo Rojo, el gran equipo de frisbee. El resto de nuestros deportes eran organizaciones completamente intramuros, manejados por estudiantes, profesores, o alguna combinación entre ambos, y como resultado de ello, existían algunas opciones bastante peculiares disponibles para los estudiantes curiosos. Mientras examinaba las listas de cursos durante mi primer semestre, una de las opciones atrapó mi mirada: Kyudo, el arte japonés de la arquería zen.

Tomé Kyudo por tres semestres. Lo dejé cuando comencé a pasar por asuntos personales que sentí que requerían atención, y ahora desearía no haberlo dejado porque más tarde descubrí que mis tres horas a la semana de tiempo en silencio, enfocado, con un arco y una flecha, eran una de las pocas cosas que en realidad me estaban ayudando a mantener la cordura. En retrospectiva, aprendí mucho más que sólo arquería de esas clases, pero como todas las buenas lecciones en la vida, llegué a esa conclusión hasta mucho, mucho después.

Como siempre estoy dispuesto a ofrecer consejos no solicitados a mis amigos, pienso que sería bueno compartir algunas de las lecciones que aprendí durante el tiempo en que estudié y practiqué este lento, muy enfocado, arte marcial. Algunos de estos consejos están muy vinculados con el pensamiento Zen, lo cual es de esperarse dada la manera en la que yo llegué a este conocimiento. Espero que los disfruten.



ENFÓCATE EN EL PROCESO, Y EL RESULTADO SE DARÁ NATURALMENTE.

Este es uno de los principales postulados del Kyudo. En todo el año y medio de mi instrucción en ese arte, podría contar con los dedos de una mano el número de veces en las que el maestro puso atención en el lugar o posición en el que nuestras flechas se clavaban en el blanco. El noventa y nueve por ciento de nuestra instrucción era sobre el proceso, el conjunto de movimientos que hacen al Kyudo ser lo que es. La idea detrás del Kyudo es que, si tú llevas a cabo estos movimientos de manera perfecta, el tiro aterrizará exactamente en donde debe de aterrizar. Por ello, el enfoque está en el proceso, no en el resultado, porque si el resultado no es bueno, significa que hay algo malo en el proceso. “Ignora el blanco”, solía decir nuestro sensei, “ eres la única cosa que puede afectar a esta flecha.”

En la vida, si te enfocas demasiado en el resultado final, te puedes perder en el proceso que debe llevarte a ese resultado. Enfocarte demasiado en un viaje que planeaste, puede causar que te distraigas de tu trabajo hasta el punto en el que pierdas ese trabajo, que es fundamental para financiar dicho viaje. Un jinete enfocado en ganar la carrera, podría ignorar el hecho de que su caballo no está en condiciones para correr. Enfocarte en el proceso mejora tus oportunidades de alcanzar la meta, pero también te obliga a ir más despacio. La vida es un viaje, no una carrera hasta la línea de meta. Reduce tu velocidad y enfócate en el proceso de vivir, y probablemente encontrarás tus metas justo frente a ti, en lugar de pasar el tiempo persiguiéndolas.



HACER ALGO POR UNA VEZ, NO REQUIERE NADA. HACER ALGO UNA Y OTRA VEZ, REQUIERE VERDADERA MAESTRÍA.

En el Kyudo, el arquero típicamente hace tres disparos, uno detrás del otro. La idea es que, si todo es perfecto y todo se hace exactamente igual en cada ocasión, las tres flechas deberán de clavarse en el mismo lugar. A diferencia de la arquería occidental, que suele enfocarse casi de manera exclusiva en apuntar la flecha hacia el blanco, el Kyudo se enfoca casi por completo en los movimientos para preparar el disparo y la manera de tomar el arco, con apenas un mínimo de atención en apuntar hacia el blanco. La idea es que, si tú llevas a cabo los movimientos de manera exactamente igual cada vez, ni siquiera tendrás que apuntar: la flecha llegará exactamente al mismo lugar en que llegó la flecha anterior (afectándola únicamente, y de forma mínima, las condiciones del ambiente). Las aptitudes del arquero en el Kyudo no se miden por qué tan bien ejecutó uno de los tiros, sino por qué tan bien ejecutó el conjunto de sus tres tiros, incluido todo aquello lo que hace entre tiro y tiro. Hacer un disparo perfecto, podría ser cosa de suerte, pero hacerlo tres veces, requiere verdadero talento.

En la vida, suelo aplicar esto a mi definición de lo que es el éxito. Un triunfo es agradable, pero no indica que seas un maestro en lo que haces. Como escritor, ser publicado una vez no importa realmente, hasta que logras ser publicado en forma constante. Un fotógrafo amateur que está en el lugar correcto, en el momento correcto, puede tomar una foto increíble, pero lo que lo separa de un verdadero profesional es la habilidad de tomar una foto increíble en cada ocasión, sin importar el lugar o el momento. El verdadero éxito no consiste en hacer algo bien una vez, es hacerlo así cada día.



DOMINAR UNA PARTE DEL PROCESO NO SUPONE MAESTRÍA. UN MOMENTO PERFECTO NO ES LA PERFECCIÓN DEL TODO.

En el Kyudo hay una manera correcta de hacer todo. Una forma apropiada de encordar tu arco, una forma apropiada de caminar, incluso una forma apropiada de respirar. Si no haces todo de la manera apropiada, en el mejor de los casos tu disparo estará lejos del resto de tus otras flechas, y en el peor, ni siquiera le darás al blanco. Los jueces en las competiciones de Kyudo ponen atención en todo el proceso: todo, desde la postura general del cuerpo hasta la posición de la mano en el arco y la estabilidad en cada uno de los movimientos, todo está bajo escrutinio, pues se parte de la creencia en que una falla menor en alguna etapa del proceso conduce a un problema mayor al final del mismo.

En la vida, esto puede aplicarse casi a cualquier cosa. Que seas excelente para cocinar un plato en particular no te hace un cocinero excelente, así como un beso después de una pelea no significa que tu relación ha vuelto a ser como antes. Ten cuidado de que, el ser exitoso en un área, no te haga suponer que ya lo eres en todo tu proyecto, de trabajo o de vida. Con frecuencia, el éxito en una parte es tan sólo el primer paso de los muchos que tendrás que dar para llegar al final.



SI NO DAS EN EL BLANCO, EL BLANCO ESTÁ MUY LEJOS. MUÉVELO.

Los arqueros en Kyudo usualmente comienzan a disparar con el blanco ubicado a menos de 3 metros de distancia (tres pasos). Si los disparos no se agrupan en la misma área cercana, el arquero debe moverse aún más cerca. Sólo cuando los disparos dan
consistentemente en la misma área contigua, el arquero se mueve hacia atrás. De este modo, el arquero pasa muy lentamente de dispararle a un blanco a 3 metros de distancia, a uno que se encuentra a más de 30 metros de distancia.

En la vida, esto aplica a las metas. Es tentador decir “¡Quiero bajar 20 kilos!”. Eso suena mucho más como un verdadero logro, que decir “¡Quiero bajar 5 kilos!”, ¿no es cierto? Pero, en realidad, es mucho menos probable que logres tu meta de los 20 kilos, que tu meta de los 5 kilos. Moverte más cerca del objetivo, te permite no sólo construir tu confianza en ti mismo, sino también, construir tu maestría del proceso. Comienza con lo pequeño, muévete despacio y, eventualmente, alcanzarás tus metas.


Tengo planeado escribir algunas otras entradas acerca de las lecciones que he aprendido a través de las diversas artes marciales que he estudiado, así que ¡estén pendientes para más inspiración como esta! ¿Tú has estudiado algún arte marcial? ¿Qué aprendiste de acerca de la vida, a través de ese arte?

[La imagen del título es de LanceXiao. El resto de las imágenes en el texto, son de Martin Miranda, GhostGirl y Greg.]

Artículo traducido por Emmanuel Lazos, de su original: Ignore The Target: Lessons From Zen Archery, por Wilson Freeman, en su blog Drifting Focus.

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Un agregado mío al artículo, sería el siguiente: alguna vez leí que, los grandes maestros de este arte, llegan a hacer sus disparos con los ojos vendados. Y todos dan en el blanco. Esto, para demostrar la importancia absoluta de dominar cada movimiento del proceso. Una vez logrado eso... el blanco ni siquiera tiene que estar a la vista, para dar en el centro.

4 comments:

Gjsuap said...

Esta entrada de verdad que tiene mucho sentido; el enfoque de la arquería zen me parece adecuado. Lástima que en la vida tendemos a hacerlo al revés. Felicidades y que bueno que aceptaste el Reto Blog. Saludos. Gonzalo

EL PEATÓN said...

¡Gracias, Gonzalo! Y sí, por acá seguimos, en el #RetoBlog.

Anonymous said...

Un gran recordatorio práctico sobre la relación causa-efecto. Impresionante la claridad de la filosofía al aceptar que si el proceso no es bueno el resultado tampoco lo será.

Muchas gracias por compartirlo.

Abrazo

EL PEATÓN said...

¡Qué bueno que te gustó, Ricardo! Desde la primera vez que lo leí, realmente me abrió los ojos a algunos de esos conceptos que llamamos "las netas de la vida", esas verdades que parecen estar ahí desde siempre, pero que casi nunca tomamos en cuenta.