Aceptémoslo: todo padre que tiene la fortuna de poder llevar a sus hijos a la escuela, lleva en ello un riesgo inherente para su propia persona: el tener que asistir a las llamadas Juntas de Padres de Familia.
No sé a ustedes, pero a mí esas juntas siempre me han causado un malestar generalizado, previo y durante mi asistencia a ellas. Me cagan, para decirlo elegantemente. De entrada, jamás ocurren en un horario que tenga por objeto el no afectar las actividades cotidianas de los padres. Así pues, uno tiene que andar ahí, días antes, poniéndole cara de Gato-de-Shrek-Godínez a sus jefes para "poder llegar una hora y media más tarde a la oficina, su mercé patroncito". Eso, al menos, quienes pertenecemos a ese hermoso y godínico mundo del que les hablo. Los potentados dueños de sus propias empresas... a veces ni eso pueden hacer. De verdad, muchos de los profesionistas o dueños de negocios que trabajan por su cuenta, se las llegan a ver más negras aún para asistir a esas juntas. Que, además, debe decirse, muchas de esas reuniones tienen la misma utilidad que una Comisión de Derechos Humanos en Guerrero.
Sin embargo, aunque no sirvan para mucho, hay que asistir. ¿Por qué? Porque la Ley de Murphy es omnipresente y, el día que decidas no aparecerte en esa junta, entregarán el único papel que será requisito indispensable para que tu hijo ingrese en cualquier universidad del mundo. No importa si la junta tiene lugar cuando tu retoño esté en kinder: el día que faltes, le joderás la vida. Creedme, escépticos del mundo, creedme.
Por estas y otras razones, uno termina yendo (o siendo llevado a rastras) a casi todas las juntas de padres de familia a las que es convocado. Y es entonces cuando se topa con que las dichosas reuniones tienen agendas que intentan ser ejecutivas, pero que son sistemáticamente saboteadas por aquellos a quienes, se supone, les interesaría más que el trance dure lo menos posible: los padres.
Explico.
Primero, las maestras, maestros y/o autoridades, intentan iniciar a tiempo. Esto rara vez es posible, porque las mamás TIENEN que saludarse. Es a huevo. No puede ser después de la junta: es en-el-mo-men-to-de-lle-gar. Punto. Claro, si llegaran 15 minutos antes del inicio, sería aceptable -y hasta aplaudible- su despliegue de habilidades de socialización intermatriarcal. Pero resulta que llegan 14 segundos antes del inicio de la reunión y, en ese entonces, saludan a todos y a todas, se preguntan por parientes, dolencias, rumores picantes sobre cualquiera de las ausentes... y recetas de cocina. Eso hace que la reunión comience con media hora de retraso. Mental.
Una vez que los educadores logran, a fuerza de tiernas caricias con un bat de beisbol, sentar a las madres con ansias comunicativas (y también hay padres socialités, debo decir, aunque no es mi caso), la junta comienza formalmente. En apariencia.
Después de presentar un breve intento de agenda u orden del día de la reunión, comienzan a surgir los primeros "padres participativos": "Oiga, Miss, ¿pero qué no íbamos a hablar también del problema con las tareas de Inglés?"... la maestra, entonces, mira al cielo, como pidiendo paciencia, o como si acabara de dejar escapar un gas que la agobiaba mucho, y responde: "Sí, señora, eso lo vamos a tratar en el punto que dice: 'Asuntos de la clase de Inglés', ¿le parece?"... "Oiga, Miss, ¿pero por qué empezamos tan tarde? ¡No nos va a dar tiempo!" <--- esto siempre lo dice la "Flor más bella del Ejido", que llegó al último y saludando a todos como si fuera coctel de las damas vicentinas. Siempre hay, cuando menos, 2 impugnadores o comentadores espontáneos de la agenda. Y mi hígado sufre.
Posteriormente, se logra dar a conocer a la asamblea algunas informaciones, ideas generales acerca de lo que se espera de los alumnos y los padres, o datos sobre el desempeño general del grupo si es que la junta ocurre ya cuando ha avanzado un poco el año escolar. Cada tema presentado corre, igualmente, el riesgo de ser sabot... bueno, interrumpido atinadamente por los "padres participativos", en el 90% de las ocasiones para preguntar cosas como "Miss, ¿es cierto que las operadoras del 040 son frígidas?"... "Miss, ¿por qué no han puesto clases de Manejo Elegante de Palillos Chinos al Comer como actividad optativa?"... "Miss, eso que trae entre los dientes ¿es cilantro o epazote?" Cierto, no llegan a ser muchas las interrupciones, pero... de verdad, lo que cada una de ellas aporta para el conocimiento útil de todos -que por eso estamos ahí- es mínimo o nulo.
Algo que me molesta profundamente (aún más que lo anteriormente descrito) es cuando varias madres y padres engendran en panteras y convierten la reunión en la alhóndiga de Granaditas, con pípila y todo, por el triste hecho de que a sus hijos "no les fue bien este mes". De verdad, trato de ser paciente y aguantarme. Pero cuando sí me sale lo Jack Torrance, es cuando los maestros y maestras acceden a "bajarle el nivel" a la materia o materias en las que se está dando un promedio bajo de notas. Ahí sí, mi muuuy mamerta postura siempre ha sido: "por favor, a mis hijos NO les bajen el nivel de nada". De verdad, tengo muy claro que, si no les fue bien en un mes YO me encargo de que les vaya bien el próximo, pero no a expensas de convertir la clase y los exámenes en un ejercicio de Dora la Exploradora. No siempre les va bien a mis hijos, pero ni siquiera cuando les ha llegado a ir mal, me pongo en el plan de "Aaaay, bájenle al niveeeel, pooorfis..." ¿para eso los voy a mandar a la escuela? ¿para, desde mi postura de adulto, reducirles las expectativas y alcances de sus propios retos sólo porque nos costará más trabajo A TODOS que cumplan con lo que se estableció desde un principio? Honestamente, no. Nunca. Si algo no me queda claro sobre la manera en la que se calificó, lo pregunto o hago una cita personal para entender qué falló, pero armar mítines en honor a la mediocridad, jamás.
Finalmente, llega esa sección que tienen casi todas las juntas del mundo, sean escolares o de trabajo, llamada: "Asuntos Generales", que bien podría llamarse "Loqueseleshinche", para ser más claros. Sólo que, en las reuniones de padres de familia, esa sección debería de ser titulada "Bienvenidos a la enternecedora y simpática sección: MI HIJITO". Es ahí, en donde las abnegadas y abnegados madres y padres mexicanos (ya sé, eso no estuvo bien escrito, pero bueno) se explayan sobre asuntos que son todo menos generales. TODAS son anécdotas y preguntas particulares sobre "lo que le pasó a mi hijito".
"Ay, miss, es que mi hijito ya se ha enfermado dos veces y la enfermera no le da barbitúricos, ¿usted cree?"
"Oiga, es que mi hijito me hizo reír mucho el otro día porque me dijo que usted se ríe como hiena en cámara de gases"
"Pues Miss, yo le agradezco la reunión, pero antes de irnos, déjeme decirle que mi hija la admira mucho" <-- esta es la clásica barbera...
Y bueno, ¿saben a qué conclusión llego en todas y cada una de las reuniones de padres de familia a las que asisto? A que la única esperanza, medianamente alcanzable, de un futuro prometedor para la niñez y juventud mexicana, es la orfandad. Preferentemente a una edad temprana. No quisiera decir que tendría que ser algo programado por el Estado, pero... caray, en serio, papás, mamás: el lastre no son los maestros, ni los políticos, ni los programas escolares. Aportan algo de peso a ese atraso de décadas que llevamos con respecto a otros países, pero... en verdad, el peor lastre de nuestros hijos, somos nosotros, sus padres.
Pensémoslo. Y ya, es todo lo que me queda decir por el día de hoy.
3 comments:
Toodo lo que dices es la verdad, especialmente la igualdad hacia abajo en las lecciones.
Oye ¿Y qué tal las mamás que se enojan porque el maestro es exigente y contesta que NO VA A BAJAR EL NIVEL? Bien, pues en la escuela en que estaba mi hijo las mamás de los niños zánganos lograron correr a ese maestro para poner a una maestra que hablaba en cetáceo. Perdón, pero la educación de los niños también es nuestra responsabilidad aunque (como en mi caso) salgamos 6:30 am y lleguemos a las 10 pm.
Horror, con las mamás que quieren formar niños mediocres, berrinchudos y consentidos.
Cuando mi hijo me dice que la mamá de fulanito le regaló un super mega hiper juego nuevo de XBox sólo porque sí le digo: "Mijito, las cosas cuestan y debes ganártelas, así que ahórrale".
*suspiro* LA chancla vengadora debería volver sin que sea considerada un delito...
Estoy sorprendida, ¡¡¡por fin un padre coherente!!! Debemos comprender que si nosotros cambiamos, nuestros hijos serán los primeros beneficiados de ello, social, educativa y psicológicamente hablando
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